Entre sombras se alza el alba,
un manto dorado sobre la calma.
El río canta en su vaivén sereno,
llevando secretos que nunca revelo.
Las hojas danzan con el viento,
cada movimiento, un dulce lamento.
El sol, tímido, asoma su rostro,
pintando de luz el día, a su antojo.
Oh, tiempo fugaz, eterno viajero,
custodio fiel de lo pasajero.
¿Será tu curso un sueño perdido,
o el eco eterno de lo vivido?
La vida despierta en cada rincón,
como un latido, como una canción.
Y en este instante que el alma guarda,
me fundo en el todo, sin miedo, sin carga.