Querer es un eco fugaz,
una caricia que se va con el viento.
Es el deseo que se enciende en un instante,
pero se apaga cuando ya no lo alimentas.
Amar es un abismo profundo,
donde te encuentras sin miedo,
sin reservas.
Es dar sin pedir,
es entregarse a la nada y encontrar todo.
Querer puede ser un refugio temporal,
una necesidad que calma el alma,
pero amar es lo que te transforma,
lo que te redefine,
lo que te eleva más allá de ti mismo.
No se trata solo de sentir,
sino de ser.
Amar es un verbo eterno,
es caminar juntos, aunque el mundo se caiga.
Y al final,
como bien lo dijo José José,
“Amar y querer no es lo mismo,
y lo que quiero, es amar”.