En noche silenciosa,
bruñidas las tinieblas con el maquillaje
de mi pensamiento apátrida,
la calma viática del raciocinio obligado,
petulante y soberbio,
huyó, sobre las olas voluntarias,
humildes y tolerantes
del mar de mis sentimientos,
convertida en navio rebelde
de agitación y de ingenio.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO