Son mis delirios, por su gran encanto,
como las lluvias de copioso invierno;
que siempre dejan indelebles huellas
igual que marcas de candentes besos.
Ver su silueta de soberbio porte
llena mis venas de febril deseo;
porque destila la suprema esencia
que enciende el alma con divino fuego.
Son sus miradas de fulgores verdes
excelsas luces que en mis noches sueño;
viendo su brillo que ilumina el mundo
y que se adhiere de mi amante pecho.
Y el tiempo pasa sin tener respuesta
al desvarío d\'este amor tan necio;
mirando pasan tan veloz las horas
mientras que sufro por tener su cuerpo.
Autor: Aníbal Rodríguez.