Cuando todo dejó de ser quedamos
En no llevarnos nada.
El supuesto manifestaba su deseo
Una vez que el ciprés llamó a la puerta;
Le abrimos, quedó él y adiós nos dijimos.
Todavía nueva y ya nuestra casa no es
Nuestra casa: la silla rota, sin las patas;
Los zapatos no guardan a ser,
El pasillo es una ortopedia de copia
Y pega lejos de asomada baranda
Que obligaban a que los girasoles
Miraran.
La infancia de las cosas, de las cosas
Nuestras, perdieron los cromos
Que se vuelan aciagos expuestos
A que los campos de algodón
Que fueron eternicen tórrida desmemoria.
Sin embargo, nos dijimos adiós carente
De premeditación y alevosía, como
Que este adiós sintiera vergüenza del aire
Y no amara distancia.
Pudiera ser que no quebraran todos
Los cristales y por eso la duda
Asiste a las manos de rumor salado.
Lo triste nos iguala, tal vez por eso
El ciprés no da flores y la casa vuelve
A ser nuestra casa y la rosa
Vuelve a ser Entre olivo y cigarra.
Cuando todo dejó de ser, pero somos
Reivindica el indicativo en primera
Persona del plural.