No he de negar que fue cual mariposa,
aquella hermosa fémina en mi vida.
Tampoco he de negar lo incomprendida
que fue en mi poesía siendo diosa.
¡Pero que importa!, vuela primorosa
en cada verso mío, sumergida,
en los mares del lienzo a mi medida.
¡No he de negar que era espina y rosa!
Me permitió enredarme a su locura,
y en mi enredo, enlacé lo más sincero…
Sus labios añejados por su enero.
Y al navegar por toda su dulzura,
encontré, que en su vientre, nace el canto,
como de igual manera, mi quebranto.