OscarCampos

(Cuatro)

 

 

“La historia de cada siglo

es invisible, a veces, regresa

y el habitante,

desvía su mirada,

hasta que su lógica

repite la realidad, pero

la única diferencia, es su violencia,

como reflejo infinito impredecible”

 

En la ciudad, los espacios

tienen un precio,

¿Cuánto vale tu libertad?

En el desierto, la tormenta

se había escondido detrás de las dunas,

 su cuerpo una parte ínfima del paisaje,

las huellas habían desaparecido,

pero quedaba algo de memoria en la arena,

en la soledad, la memoria tiende a emerger,

y pareciera que los caminos están escritos.

 

Llego a una pequeña casa,

el agua en sus labios

era como la mano que contenía

todo el tiempo,

el tiempo se torna mudo,

comprende el brote de las semillas.

 

Como las olas que arrastra caracolas,

suelta los sonidos de sal,

en esta calle, la muerte espera.

No tenía miedo,

en su sangre dormía el desierto,

y rugía como un animal herido,

en el pozo desértico, su sed

callaba, como una memoria desnuda.

 

En la ciudad, se había perdido,

la única túnica que cubría al habitante,

es la herencia quebradiza de la memoria,

tan fugaz como el viento que devora

las pisadas como sueños…