Vivo en las sombras de tus pupilas verdes
atada a los miedos de una caverna oscura,
la luz no llega a la mirada, ni el calor
a la estrechez de mi morada
el alma danza, con ilusiones vanas,
de espaldas al mundo, la verdad, esquivo
como crueles dardos que se proyectan
contra todo lo que por ti vibro, siento.
Creo lo que tus palabras expresan,
mis oídos atesoran y resguardo entre mis fibras.
Nuestras pieles hablan en un lenguaje mudo,
proyectando reflejos de lo que somos.
Procuro un muro de contención para protegerte
hasta de mí misma cuando se rebela el instinto,
cuando el ojo que sueña la luz se incendia,
cuando el alma que aguarda un nido se intranquiliza,
nunca he visto más allá de lo que leo bajo tu control.
Y sin embargo algo dentro presiente el brillo,
el destello de la claridad como verdad cruda,
confusa me enredo en tus ceibas y evito el tormento
de despertar del sueño, retorno a las sombras,
porque en el fondo sé que salir de la caverna
no es más que empezar, a ver el mundo tal como es,
entre dudas y miedos, entre sombras y luz,
a ti siempre te creo y te espero para encontrar mi cielo.