Salvador Galindo

Las horas enanas

Las horas enanas yacen

En la infección de mi paciencia.

Resulta desagradable

-hasta este punto-

El fastidio de la lírica terrena,

Aquella que nombran temblor

Como un eufemismo de su cólera.

 

Imagen tras imagen,

Conspiración tras conspiración,

Los otros -en masa- se inventan

Su propia versión del Apocalipsis.

La apertura de sus mentes es sísmica

Tal como los ríos que se pierden en el mar,

Tal como los muros que crujen y murmuran

Tras la histeria colectiva.

 

Sí, de estas horas enanas, pienso:

Este es el fin de la creatividad

Y el renacimiento del insomnio.

¡Bienvenidos sean, todos ustedes

a mi mente contagiosa!