Con la llegada próxima de la Navidad, aparecen los recuerdos de tu presencia en el hogar y la tristeza porque no puedo verte más. Es una llegada que angustia al corazón, pero intento ignorarla, porque si la ignoro, la noche no vendrá y, con tu luz desde el cielo, grandes sonrisas me quitarás.
La grieta que hay en mi interior, y que he querido sellar con amor, tu olor que me esfuerzo por recordar en aquellas horas de abundante soledad, mis deseos imposibles por viajar hasta tu estrella y reunirnos, me atan al último recuerdo cuando, con mis manos, te sentía con vida.
En esta Navidad, quiero poder estar allí, con la dulce voz del silencio y tu compañía, sellando la grieta que con tu partida se abrió e insiste en mantenerse abierta. Déjame decir que, aunque quisiera, no puedo olvidarnos; aunque pase lo que pase, serás para siempre la razón por la que alguna vez agradecí por vivir.