En un rincón del alma, donde el dolor florece,
te vi caer, cuando el amor se deshace.
Un susurro de traición, un eco en la distancia,
un corazón herido que aún anhela la confianza.
Aquel que prometió ser refugio y abrigo,
te dejó en la tormenta, como un ave sin vuelo.
Te aferraste a los sueños, a las risas compartidas,
pero la sombra de su engaño oscureció tus días.
Se acercó con palabras dulces, promesas como flores,
pero la verdad se escondía tras sus falsos rumores.
Descubriste otra sombra que se asomaba en su vida,
y mi corazón se partió al ver tu alma herida.
Te decía con cariño que debías alzar la mirada,
que el amor propio es un faro, una luz sagrada.
Pero el eco de su nombre aún danzaba en tu mente,
y entendía tu lucha, aunque el camino fuera ardiente.
Es entendible quererlo con toda tu esencia,
es humano aferrarse a lo que da presencia.
Mereces un sol brillante que ilumine tu sendero,
alguien que te adore sin miedo y sin peros.
Así que toma mi mano y levanta la mirada;
la vida tiene sorpresas más allá de esta jornada.
Eres fuerte y valiosa, no lo olvides jamás;
el amor verdadero te espera detrás de la paz.
Y aunque hoy sientas tristeza y el corazón pesado,
cada lágrima es un paso hacia un futuro dorado.
Las cicatrices sanan y el tiempo es un aliado;
renacerás entre flores de un amor renovado.
Así que aquí estoy contigo en cada paso del camino,
celebrando tu valentía y el brillo divino.
Te quiero ver sonreír con la fuerza del viento;
recuerda que lo mejor está siempre en el intento.