mauro marte

HUERFANO

 

Fatídica tarde aquella

la sangre rodó

y creciendo como bola de nieve

traspaso las espadas fulgurantes

que protegían al paraíso

y a la cinco y treinta de aquella tarde fatídica

dejo de existir, aplastado por

la sangre de Abel

¡oh Caín! que nos ha hecho

nos ha dejado sin paraíso.¡