“Hay lugares que el tiempo no tiene prisa,
hay lugares que el tiempo es un adversario.
Así la memoria espera ser encontrada
porque está en cada grano de arena.
Así la memoria solo es un paisaje
porque no está en el espíritu,
la encuentras en esquinas sin nombres,
fugaz como la ropa de un maniquí”
El joven conversa con las colinas,
el lenguaje del tiempo
sin relojes, dejaba que como agua
subterránea imaginada,
fluyera desnuda y provocativa,
en su pensamiento,
el sol con sus símbolos
jugaba con la historia de hombres,
como en la ciudad cada piedra disuelta
por fuego y pies hundido en la tierra,
las huellas de los hombres
las manos de los hombres
construye una idea de inmortalidad,
como flor silvestre brota en su memoria.
Como dos amantes extraviados,
en la ciudad los habitantes
intentan jugar con el tiempo,
una escala mecánica, la turbulencia
del metro, las carreteras de alta velocidad,
el habitante se ha transformado en arquitecto
del tiempo, del miedo…arranca de la soledad.
Un anciano,
parece un libro sin palabras,
bebieron de sus ojos la historias
los siglos estaban en los tazones,
en la bebida dulce bajo la piel.