En el lienzo en blanco y negro se
entrelazan las sombras, como danza sin fin de figuras que a veces
se borran.
Las líneas en blanco trazan la pureza de
lo etéreo,
mientras que el negro dibuja la
profundidad de lo serio.
En blanco se encuentran los sueños que
aún no se han tejido,
esperanzas que flotan en el aire como
mariposas al viento.
Un lienzo sin prejuicios, donde todo es
posible imaginar,
donde se gestan los anhelos que al mundo
desean mostrar.
Pero en el negro, se esconden los secretos
más profundos,
las sombras que se esconden en el rincón
de nuestra mente.
El dolor, la tristeza, el miedo, todo se
vuelve infinito,
y que en la oscuridad buscamos encontrar
nuestro camino perdido.
El blanco y negro son complementos que
se necesitan,
dos lados de una misma moneda que la
vida nos convida.
La claridad llena los días de alegría y
esperanza,
mientras que la oscuridad nos invita a
buscar la bonanza.
En un mundo gris donde el blanco y el
negro se mezclan,
donde la vida se equilibra entre luces y
sombras eternas.
Y en esa dualidad, nuestras almas
encuentran su danza,
bailando en el lienzo, el ballet de la vida
sin añoranza.
Así como el blanco y negro se funden en
una sinfonía,
Se encuentra la belleza en la dualidad de
la vida día a día.
Pues sin la oscuridad, no podríamos
valorar la luz,
Que quita nuestras cargas como pesor de
una cruz.
Así que, en blanco y negro, la vida nos
invita a contemplar,
la belleza de cada matiz, la profundidad
de cada mirar.
Y en ese lienzo infinito, podemos ser
libres de volar,
Que en la dualidad de colores es como reír
y llorar.