El pasado me presentó a una hermosa mujer.
A la cual, entregué toda mi vida y mi querer.
Pero la malvada, arrancó su amor, de mi ser.
El futuro la venció, casi desnuda en un andén.
Nunca en la vida, desearía el mal a un amor.
Llorando, lamentaba mucho, ella su traición.
Si le hice perjuicio, le pido disculpas mi señor.
Por favor, ayúdeme, présteme su atención.
Tenía, atroz fiero apetito y muchísima sed.
Le limpié su cara, moribunda, la enjuagué.
Calmé sus ansias con papas, pollo, rica miel.
La vestí, distinguida, delicada, ¡qué mujer!
Era tan débil, se encariñada, a veces sin querer.
Descansa tranquila, mi amada, mañana te vengo a ver.
Se levantó lozana, divina, vistiéndose, como ayer.
Le resonaban mis palabras, mañana te vengo a ver.
Es lo poco que sé de ella, ¡de verdad! que es singular.
Calladamente, salió mi hermosa, tropezó con un galán.
Fueron pocos los instantes, que ni siquiera, la pude amar.
La busqué, debajo de las sombras, pero no la pude hallar.