Haz Ámbar

Ser el libro cerrado eterno en un Edén no concebido por ojo alguno.

Encendido como un sol obrando gestas,

cabalgatas de osamentas 

frente al filo de las vistas 

ya imposibles los caminos,

las ventanas casi abiertas 

del castillo con su princesa 

y el viento que no cesa mientras 

me envenenan todo aliento

cuando apenas soy consciente.

 

Todo el ruido de las obras,

un trastorno aún a mayores 

del que tengo ya y me sobra,

este fin del mundo ignoto

en un grito resumido

con insultos a mi nombre,

pero tampoco es que me importe

estar tan roto

de vuelta del precipicio 

donde pude ser yo un poco.