Por mi senda navego y persevero,
y cual trémula brisa del mar suave,
que surca sin dejar rastro o sendero,
batiendo en duelo su fuego me hiere;
agua azul con pies veloces pisando,
breve el tiempo remo a contracorriente,
y no hallo cosa en que poner mis ojos,
que no sean mis recuerdos fugaces.
¡Ay! el tiempo de mocedad, altivo
anhelo, que con sombras su luz hurtó
al día, memoria de mi castigo;
¡Ay! aunque llega el tiempo presuroso,
será que a ti te restituya razón,
y que no lo frenen tus menoscabos.