Huelen a fresas silvestres tus versos;
dulces caricias en letras preciosas…
¡dios!, si pudiera decirle a las rosas
toda la gloria a sus pétalos tersos.
Pero me basta saber, que en decoro,
fluyen vivaces en ríos y mares.
Siendo en mi pecho la luz de pensares,
vuelan jugando en mi sueño y en oro.
Grácil caricia del tacto del alma,
versos de poma jugosa en mis labios,
son tus poemas cual niños y sabios…
Hilos de letras que tejen la calma.
Gracias te brindo, mi niña querida,
son melodía dispuesta a mi vida.