uldarago

Al 2025

Estaba pintando el cuadro 
de todas las modalidades posibles 
para enseñarte a ser feliz, 
sin embargo, tu semblante no deja de seguirme como una sombra. 

Te encuentro pálida, 
sin la chispa angelical, 
sin el velo que te cubre la fascia de sonrisas. 
¿Qué fue entonces? 

¿Te desperté? 
¿Algo te sustrajo de ese sueño de apenas ayer? 
¿Cuál ente? 
¿En dónde vive? 

Sin la locura de no poder más, 
sin a rayos dirigidos hacia ti, te prendo; 
pese aún, a veces tibia y otras fría, 
tu imagen enardece el fondo de todo corazón que alcanzó a tocar. 

Por lo que había pensado antes sobre el mundo, 
es decir, ese que habitas; 
otra vertiente pudo hacer mejores obras antes de que lo haya aplaudido. 
¿Lo sabrías? 

Debo acomodar las hojas de dónde habías estado, 
las fotos que he investigado de tus sin fin de gratitudes pasadas, 
comparadas conmigo no alcanzaría a ser escuchado 
entre la algarabía que celebran tus éxitos. 

Somos, fuimos y nunca existimos nosotros. 
La calma no quita su mano pesada 
de algún botón entre mi pellejo escondido. 
El ocio quedó pendiente después. 

De la despreocupada desorganización 
de rostros apacibles y crispados, secos y seductores, 
hasta amables, que alguna vez rodearon mi ser. 
Es tiempo de verme en el espejo. 

Así atenderé lo que el mundo ocupa 
de la brevedad en la existencia efímera. 
Aún existo, y eso es la clave de vivir, 
ojalá pudieras saberlo. 

Sin el propio autoconcepto de poseer 
el anhelo en ti, tras el soplo 
de la animada llama del amor brotando todavía, 
cuyos humos exhalas de tu nariz,
confirmo que late mi alma y mi carne.

No te vayas, 
pero en tu viaje piensa en eso que te dije; 
aquí siempre tendrás un poco de 
la bienaventurada copa melosa de mi caricia por dentro de tu piel.

Si no vuelves,
no esperes que entone los secretos de mi ser,
para que solo al oírlos
te vanaglories de poseer mi canto enfrascado en el buche.