En la noche oscura, brilla una estrella,
anunciando la llegada de nuestra esperanza.
Entre cantos de ángeles y ecos de amor,
resuena el mensaje que enciende el alma.
Las luces brillantes adornan el hogar,
pero tras cada destello, hay un camino que andar.
No es solo un regalo, ni banquete en la mesa,
es el amor encarnado que trajo la promesa.
Familias reunidas, abrazos que florecen,
en cada rincón, los corazones crecen.
Recordemos juntos, entre risas y alabanza,
que el verdadero motivo es la divina esperanza.
Así en esta Navidad, celebremos la fe,
no olvidemos al niño en su lecho de paja.
Él es la razón, la luz que nos guía,
su amor nos envuelve, sentimos su paz.
Al abrir los regalos, hagamos un pacto,
dar más que recibir, buscar lo sagrado.
Que cada gesto refleje su esencia,
y que el amor nazca en nuestra presencia.
Recordemos siempre, en cada celebración,
que el verdadero regalo es la redención.
Feliz Navidad, con mente y corazón,
reunidos en su nombre, hallamos la unión.
Andrea
Dic / 2024