Quisiera ser perfecto para no cometer errores.
Pero no lo soy.
Por eso tengo derecho a mis temores
por la vida que voy.
Un tiempo lo intenté,
pero sufrí una inmensa decepción;
no me bastó la intención
por más que me esforcé.
A veces hiero ¡Y de que manera!
y aunque pido el perdón
en mi corazón...
mi imperfección me desespera.
Oh, Dios mío, tú no eres culpable de mis culpas,
Tú eres Santo en demasía,
Solo yo soy culpable de mi agonía.
Oh,Dios por favor, te pido mil disculpas.
La vida que me das es suficiente,
Aunque la imperfección sea mi compañera.
Lucho con mi corazón alma y mente,
para que mi amor por ti ¡Nunca se muera!
Autor: Bernardo Arzate Benítez