Hay quienes son incendios en la piel,
pero agua en el alma;
saben desnudarte más allá del cuerpo,
leer tus sombras con las yemas de los dedos,
y desatar ese grito que guardas
en esos rincones de tu cuerpo
que ni tú misma conocías.
Ellos no sólo te tocan,
te atraviesan,
como una tormenta que arrasa
pero deja flores creciendo detrás.
Te hacen querer perderte,
caer en cada vértigo que sus manos prometen,
hasta que no quede nada de ti
que no sea suyo.
Son los que no preguntan,
porque ya saben la respuesta:
quieres ser descubierta,
rota y vuelta a armar,
quieres sentir que alguien entiende
la furia silenciosa que esconde tu deseo
y la calma violenta
de ser
completamente poseída