XI
Habéis visto al ebanista
labrar espigas y dados,
tubillones como acacias
las ramas de un mismo prado.
Cincel en el yerto cedro
de Loreto los Joseados
y de María la Virgen
la capilla y el estrado.
¿Habéis visto al ebanista
labrar con sus propias manos?
XII
Yacen las gubias del cauce
manando de los riachos
por alma arrastra un invierno,
por cuerpo el lastre del vado
¡Habéis visto al ebanista!
agua y Río Colorado.
¡Si vieras aún su rostro
de abetos iluminado!
sin fusil y sin la guerra
las manos del artesano.
XV
Más de Miguelo, el herrero
palabra alguna a emanado.
Su boca yace desnuda
como silente emisario
¡Ay! ¡Cómo duele la noche
en la forja del soldado!
llevase el fuelle su aliento
el alma lo ha abandonado,
cenizas obró en yunque
del Hades el condenado.
XVI
Prímula con los naranjos
cubriole níveos al prado.
Por mantilla de la novia
azahares de amor velados.
Tizne por rostro del novio,
festejos ha en su pasado
al sollozar el latido
lívido fusil en mano.
Ruin desvelo de la noche
de nieve abrigase el campo.
XVII
¡Ay cómo duele la noche!
¿Acaso el mazo del diablo
tiñó su tinta en su sangre,
tañose en los campanarios?
Si pudieras ver su rostro…
¡Cuajando un cuero de osario!
su cano luto se mece
como el desdeñado lábaro
Hede a fango y premura
el arcén del solitario