Andando por la calle, en mi ciudad,
me topé con los ojos de un chiquillo,
una mano metida en un bolsillo
y la otra suplicando caridad.
Señor, señora, tengan la bondad
falta de todo en nuestra humilde mesa
y a mi madre le hice la promesa
que tendría comida en Navidad.
Abrí el bolso y le di por compasión,
tres miserables euros solamente
¡Cuánto reproche mientras los tomaba!
La culpa laceró mi corazón
viendo cómo el chiquillo se alejaba
contando las monedas tristemente.