Diego Pantoja

¿Quién llegó tarde?

 

 

¿Quién de los dos fue eco perdido

en el vasto silencio del destino?

¿Quién no escuchó el llamado del latido

que entre dos almas buscaba camino?

 

Yo conozco la soledad que abraza,

el rumor del tiempo que nunca descansa,

la caricia fugaz que se deshace en brasa,

y el sueño que vive, pero nunca alcanza.

 

Conozco el amor, ese viajero incierto,

que llega sin aviso, como el alba en vuelo;

mas también sé del adiós, del puerto

donde se quedan los barcos sin anhelo.

 

Te busqué entre los años que se deshojan,

en el calor que el ayer aún conserva,

pero el reloj es tirano, y sus agujas recogen

las flores caídas que nadie preserva.

 

Hoy entiendo que todo fue un susurro divino,

que en mi andar tardío o en tu prisa vana,

se tejió el laberinto de un hado cristalino

que nos cruzó sin dejarnos mañana.

 

En mis letras encuentro el refugio eterno,

un rincón donde el tiempo no tiene cadenas,

donde el dolor, en su vaivén interno,

se convierte en música, más dulce que penas.

 

Y aunque me pregunto quién de los dos tardó,

si fui yo, con mis pasos lentos y cautos,

o si fuiste tú, que la vida te llevó

por senderos ajenos a mis brazos.

 

No importa ya, porque en esta demora,

aunque no volvamos a la cita anhelada,

la huella de tu sombra aún me implora,

y en mis versos, tu nombre queda grabada.