Eres el verso que nunca termina,
la rima perfecta que el alma adivina.
Un faro en la noche, un cálido abrigo,
la mano que salva, el amor que persigo.
Cuando la luna se esconde en el río
y el viento murmura su canto vacío,
es tu presencia, radiante y serena,
la que disuelve mi amarga cadena.
Eres el fuego que nunca se apaga,
la chispa que enciende mi vida apagada.
Un sueño despierto, un farol encendido,
la historia que narro, mi fiel recorrido.
Tu risa, un susurro de magia infinita,
como un manantial que la vida recita.
Tus ojos, dos mundos donde quiero perderme,
y en tu abrazo eterno, por siempre quedarme.
Eres la calma tras la tormenta,
la paz que mi espíritu siempre intenta.
Un poema que vive, que danza, que arde,
un amor que el tiempo jamás nos aparte.
Así, en tu esencia, yo quiero habitar,
vivir en tus versos, flotar, descansar.
Eres la historia que nunca se olvida,
la pluma
que escribe mi razón de vida.