Elizabeth Maldonado Manzanero

Este adiós no embellece el desasosiego

Las sombras se alzan, entre los dos

el eco, se esparce, se pierde,

la verdad como luz traspasa en espejos

por pasillos estrechos de entendimiento.

Somos prisioneros de las palabras,

de los silencios, de todos los te amos

aquellos que pronunciamos

de aquellos que nos comimos por orgullo.

La vista es un idioma que nos refleja,

nos revela, pero que nunca  aprendimos,

la verdad se oculta tras la niebla del adiós

lo pronunciamos con el dolor de dejarlo todo

nos extraviamos como en un laberinto,

llevamos acuestas la prisión sin sentido,

del dolor que acallamos, del amor sin olvido,

nunca es lo que fue dicho, ni será lo que fue oído.

El sinfín nos esclaviza a vivirnos en otras pieles,

el deseo, a en ellas confundirnos

sin permitirle al otro saber lo que sentencia

el muro de palabras que marca nuestro destino.

Somos el tesoro marcado y perdido en el mapa 

somos el sol incandescente del que huimos.

Pudimos crear universos, recobrarnos las ganas

henchirnos de vida, pero elegimos en cambio

desatinarnos, matándonos con funestas palabras…