Voy desnudando mi alma, camino del río,
para bañar mis canciones en aguas muy frescas,
y después tenderlas al sol en el prado,
donde blanquee sus notas cansadas
de tanto cantarlas, de tanto escucharlas.
Hay manchas que no salen de forma tan fácil…
desentonan con bemoles y becuadros tenaces
y amordazan pentagramas y orquestas
con sabor de timbales rotos.
Lavaré la canción del olvido,
convirtiendo el olvido en recuerdo,
refrescado por agua de río.