En la delgada línea que separa tus carnosos labios
Hay un tesoro blanquecino que brilla como el mármol,
Un rojo colibrí que húmedo busca mi néctar chupar,
Una oscuridad cálida que enciende los imaginarios del deseo
Y los recuerdos de la primera noche contemplando el mar,
Salado y dulce, pero tosco y apasionante es el sabor completo
La aspereza y el toque de seda, contradictorios encantos del carmesí
Vino caliente y burbujeante servido en esa copa de terciopelo
Que apuro con sed y nunca quedo plenamente satisfecho
Ora libarle que me embriaga, ora beberlo suave que muero.