Ricardo Castillo.

Refugio en la esperanza

Existe un camino augusto,
donde el impaciente claudica su marcha,

rodeado de espigas,
lo mismo que de caricias.

Allí encontramos refugio
y compartimos la vida.

En ese cuarto de la esperanza,
somos amados y fundidos en una carne
que confabula actos y miradas
sin pronunciar palabras.

Y nos buscamos,
como se buscan los labios,
como acontece el sueño,
y diciembre sucede.

Para encontrarnos
con la memoria hecha jirones,
paseando entre los sueños,

para renacer y repetirnos
sobre lo perdido,

para reencontrarnos
en el extraordinario olvido,

y alumbrarnos por un instante
con nuestras almas.