Soneto I
El maná cayó en el desierto ardiente,
provisión divina amena y fugaz,
santo alimento, regalo clemente,
que en la fe del pueblo dejó su paz.
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Hoy la red, un espejo refulgente,
distracción constante, cae voraz,
nos roban tiempo, nos vuelve indolentes,
y en su fango, mordemos el solaz.
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El maná guardó eterna carta al mundo,
la alerta del alma, vigilia fiel,
mas red del abismo se hizo profundo;
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Nos sumen en nubes opacas de hiel,
y olvidamos el sendero en lo inmundo,
sin ver luz, y el control del timonel.
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Soneto II
El maná del cielo, don de amor puro,
el pan que al cuerpo y al alma alimenta,
símbolo de gracia, un árbol seguro,
que en los desiertos de fe, nos sustenta.
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Redes ofrecen un banquete oscuro,
su maná es falso, su secreto tienta,
nos distrae el eco de un canto impuro,
y en sed de intriga se ahoga y lamenta.
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El maná nos llamó a estar atentos,
a vigilar el alma, a no dormir,
mas las redes imponen sus intentos.
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Nos ultrajan, nos hacen sucumbir,
y en su mar de sombras, se pierde el viento,
sin ver la luz que guía el porvenir.
Soneto III
Hoy las redes, maná del nuevo tiempo,
brillan con afán, mucho más que ayer,
nos dan herramientas, un vasto ejemplo,
y nutren semillas para crecer.
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En cada post, se abre el conocimiento,
en cada foro, un paso hacia el saber,
nos guían con paciencia en firme intento,
y abren rumbos que te hacen florecer.
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sin fango oscuro, con su nueva cara,
nos ancla a un eje que nos refuerza
pues en su espejo, el alma se prepara.
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Como arnés e impuso de quien se esfuerza
el maná moderno, en proyección clara.
cobra vida y nos nutre de más fuerza.
Exige, exígete mucho a ti mismo
Y espera muy poco de los demás.