Cuando a la distancia, una estrella naranja colisiona contra el suelo, y su caída tiñe el cielo de luto; la oscuridad asciende por las paredes como la marea alta y la verdadera contienda da inicio.
Es el tiempo de las tinieblas y de sus criaturas; no lo dudes, ellas vendran por tí y te pondrán a prueba; te harán ver lo frágil de la integridad y la ansiedad presente en la carne.
¿Qué harás cuando ya no resulten los artilugios que engañaban a las pasiones?
¿qué harás cuando los miembros febriles y conmovidos tiemblen?
¿qué harás cuando hasta los pensamientos sean minados y el sueño raptado?
Cómo caminar sobre filo de espada; cómo descansar sobre cama de clavos; cómo intentar librarse de cadenas y cerrojos, sumergido en el abismo.
Tú dices invócalo, invócalo; pero tendido en la esquina de la habitación, entre sollozos y lamentos; él se reconoce no merecedor, y sus labios pierden el vigor.
Permítele, si tú quieres, golpear el vacío enérgicamente comunicando el fuego que corre por su interior.
Permítele, forcejear con aquel ángel valiéndose solo como instrumento de aquella pesada carga que lo aqueja; hasta que raye el alba; hasta que el fulgor del relámpago que nace en el oriente sea visto de forma patente también en el occidente.