Batallaba con mi mente y con mi débil alma.
Es una dura lucha intentar que se entiendan.
Mi sentido opina qué sí o qué no, con calma.
No hay forma de qué, Ellas, se comprendan.
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Existe una fatal desconexión en este timonel.
Cuando la mente acepta, el alma, se indigna.
Me he visto, llevando fuego, como un aludel.
Mente y alma se niegan a seguir la consigna.
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Absurdo que, mi activa mente, quede inerte.
A ambas hoy, en serio, les estoy reclamando.
Apoyar sus dilates, sería, aceptar mi muerte.
Ellas, al borde del abismo, me están llevando.
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¡A las puertas del cielo, he ido a Dios rogando.
De nada sirvió, sólo un ángel, me vio llorando!