Te extraño mucho,
como el eco que busca su voz en el abismo,
como el sol que se pierde tras el horizonte,
sabiendo que no volverá a iluminar ese día.
Sé que no volverás,
que el tiempo cerró la puerta
y dejó atrás un susurro,
el aroma fugaz de lo que fuimos.
Me resigno a perderte,
aunque en mi pecho late un duelo eterno,
aunque mis manos busquen en el vacío
la forma que tenían las tuyas.
No hay regreso en este camino,
ni milagros que rehagan lo roto,
solo queda aprender a amarte desde lejos,
a guardar tu ausencia como un tesoro.
Te extraño mucho,
y aunque el adiós es definitivo,
mi corazón lleva tu nombre
como un tatuaje que nunca se borra.