Ardientes eran sus lágrimas,
por dentro lo sentía.
Un manantial de razones
salían de sus ojos.
Hay lágrimas que brotan
llenas de pureza,
porque duelen y son reales,
herida de un alma
de algún momento cruel.
En su carita mojada
reflejaba ese dolor,
las puertas del desahogo
abiertas de par en par.
¿Qué sería aquello,
que tanto le dolía?
Nunca lo sabré...
Cada lágrima suya
eran truenos de dolor.