Bendito seas, luz que nos redime,
el faro eterno en nuestra tempestad,
del odio al amor, sublime piedad,
que a toda herida tu perdón imprime.
Tu cruz sostiene al alma que se oprime,
tu sangre es fuente de la eternidad,
un río puro de inmortal verdad,
donde el amor por siempre nos redime.
Eres la estrella en noches de tormenta,
la mano amiga que al caído alienta,
la voz que guía por sendero oscuro.
Salvador divino, gloria infinita,
la humanidad por tu amor resucita,
y el corazón halla en ti lo más puro.
JUSTO ALDÚ
panameño
Derechos Reservados / diciembre 2024