La magia de la Navidad
En el aire flota un susurro,
un canto suave que invita a soñar,
la Navidad despierta los corazones
y nos enseña el arte de amar.
Las calles visten de luces doradas,
las ventanas brillan con calidez,
en cada rincón hay esperanza,
y en cada mirada, simpleza y sencillez.
El aroma del hogar es distinto,
a pino, canela y dulce manjar,
las risas llenan los pasillos,
la alegría nos vuelve a abrazar.
Niños que esperan bajo el árbol,
sus ojos brillan de pura ilusión,
mientras los mayores recuerdan la magia
que renueva el alma y la tradición.
La estrella guía al humilde pesebre,
donde un Niño promete salvar,
es el símbolo eterno de amor sincero,
de paz que nunca deja de brillar.
Navidad, momento de encuentro,
de olvidar las penas y el rencor,
de tender las manos al prójimo
y sembrar en todos un poco de amor.
En este tiempo de recogimiento,
se avivan los sueños que van a nacer,
porque el espíritu de la Navidad nos llama
a ser mejores y a renacer.
Así que brindemos en esta noche,
por la luz que al mundo iluminará,
y que su llama nunca se apague,
que la Navidad viva por siempre ya.
Que cada regalo envuelto en papel,
lleve en su fondo un gesto de fe,
y cada sonrisa que demos al mundo
sea un milagro de amor otra vez.
Que este espíritu permanezca en nosotros,
no sólo un día, sino mucho más,
porque la Navidad no
es un momento,
es un camino hacia la eternidad.