Raiza N. Jiménez E.

Impenitente.-

El silencio ascendió, en este negro espacio.

En sepulcral letargo, se corona a la muerte.

Ninguno se ve alegre, en este, bello palacio.

Tampoco, suelen gratificar, su buena suerte.

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Todos están sumergidos en, la adusta, nada.

Ninguno, suele reírse, ante la buena suerte.

Uno, deja salir con, humo gris, su bocanada.

Apatía, del que todo tiene, y llama la muerte.

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Ninguno apuesta por la alegría y los cantos.

El más contento, se escapa, para ir a fumar.

No se les ocurre, darle gracias a los santos.

Nada dan a su alma, tampoco, piensan orar.

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¡Ser espiritual, no es inherente a un templo.

El que incumple los ritos es un mal ejemplo!