Los pequeños del Mapocho
Desharrapados y humildes,
olvidados pobres niños,
quieren obviar sus tristezas
como eternos drogadictos.
Van perdiendo la conciencia,
pasan hambre, tienen frío,
que vagan por esas calles
en las noches entumidos.
Son chilenos olvidados,
vagabundos y vencidos,
mendigando en las esquinas,
en atardecer cobrizo.
Ignorados, despreciados,
por todos. Amigos míos:
yo les pido más conciencia,
no los dejen al olvido.
Jaime Correa
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