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Creo en Dios, la luz de mi vida,
Guía mis pasos en cada avenida.
Su amor es la fuerza que nunca se olvida,
En su presencia, mi alma está henchida.
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En la tormenta, su calma encuentro,
Un refugio seguro en su amor inmenso.
Cuando me pierdo, Él es mi centro,
En su abrazo eterno, siento su aliento.
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Dios es la estrella que brilla en mi noche,
Un faro divino que mi camino abroche.
En su sabiduría, mi fe broche,
En cada latido, su amor se derroche.
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Creo en Dios, el creador del cielo,
Arquitecto supremo de lo bello.
En cada flor, su toque anhelo,
En el vasto mar, su misterio revelo.
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En los días de duda, su fe sostengo,
Un pilar firme, en Él me sostengo.
Cada oración es un lazo que tengo,
Un puente al cielo, que con amor mantengo.
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Dios es la fuerza en mi debilidad,
El consuelo en la dura adversidad.
En su palabra, encuentro la verdad,
Un sendero de paz y serenidad.
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Creo en Dios, el alfa y el omega,
Principio y fin, su amor se despliega.
En cada susurro, su presencia llega,
Un suspiro divino que mi alma despliega.
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Su amor es la luz que guía mi senda,
Un rayo de esperanza que en mi vida prenda.
En cada amanecer, su gloria se encienda,
Una canción eterna que mi corazón atienda.
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Dios es el refugio en la tempestad,
Un baluarte firme, mi roca en realidad.
En su abrazo, encuentro la libertad,
Un amor eterno, sin final ni edad.
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Creo en Dios, mi amigo y salvador,
En sus manos, mi vida es mejor.
Cada día, un nuevo esplendor,
Un camino de fe y de amor.
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En el silencio, su voz escucho,
Un susurro santo que mi alma alumbra mucho.
En su amor, mi ser acuno,
Una promesa eterna, un pacto impoluto.
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Creo en Dios, mi guía y mentor,
En su gracia, encuentro el fervor.
En cada paso, su amor es un clamor,
Un himno celestial que eleva mi tenor.