Alexandra Quintanilla

Sinceramente

No es cosa de dos segundos.  
Toma tiempo aceptar que no estarás y,
tontamente te espero con un libro en la mano.  
Me imagino que entraras por la puerta y
me verás.
Me verás como solías verme antes.  

No quieres contestar mis preguntas, tranquilo,
tengo dudas que hasta Dios parece ignorar.  
Nadie quiere responder y yo, solo pienso.
¿Quién las puede contestar?
¿Cuándo podré verte?
Verte bajo bolsas de luz que van camino al cielo y Dios con su índice omnipotente las explota.  

No llorar es parte de la promesa que nos hice cuando supe que te irías y, graciosamente es tonto. 
Caí en mi propia red y ahora mis lágrimas quedan atrapadas en
mi garganta. 
Pensar en vos me hace pensar en un mundo donde todos queremos  ser escuchados, las palabras no hallan salida y yo
solo quiero saber si tú también te morirías por mí esta y otra vida.
La intensidad en mí suspira o,
solo soy yo la demente que se proyectó un
sentimiento incoherente por el terrorífico paso a la soledad.  

¿Algún día volveré a ser alguien para ti y
para Dios?
Tan siquiera, ¿Algún día volveré a ser alguien?
No es mucho lo que se pide y, demasiado lo que se sueña.

¿Algún día estaré nuevamente en el corazón inmortal de aquel Dios inmenso que nunca he visto, pero en quién siempre pienso?
¿Estuve en algún momento en el tuyo?
O, solo soy un ente que pregunta y pregunta  
sin nadie que pueda estarla escuchando.  

Todo mientras las bolsas de luz en el cielo  
se explotan, pues, las estrellas se ponen celosas.  


—Alexandra Quintanilla Toledo
24/12/2024