Añoro tus negros ojos dormidos,
tu respiración pausada y profunda,
que me sigas como una sombra
que prolonga siempre mi figura.
Añoro esos paseos a media tarde
siendo mi guardián y mi guía
sin alejarte de mi vera
por miedo a perderme de vista.
Añoro,sí, tus bienvenidas
rebosantes de alegría
por verme contigo en casa
disculpándome la huida.
Añoro saberme por ti querida,
buscada, acompañada y protegida.
¡Ay, Dios, te añoro tanto...
que dudo se cierre esta herida!