Humberto, Él es el que me mira, todo el tiempo.
En verdad, no sé por qué, su mirar, es insistente.
Me observa y evoco las miradas del Dios Lempo.
No sé qué hacer con esa ánima Sola y Penitente.
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El amor de UNO solo, es señal de incongruencia.
Pobre de aquel, que acepte ser amado, sin amar.
No vivirá con libertad y lo acosará, la conciencia.
Cómo buen neurótico, su real sentir, va a Evitar.
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Su cercanía me conmueve y también, me asusta.
No soy capaz de maltratos, menos de anuencias.
Fingirle que me atrae, sin serlo, me haría injusta.
Huyo de mentiras y de simuladas complacencias.
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Al perder la identidad, también, se va la realidad.
Es complejo este proceso, al no saber quién eres.
Un ser dividido, no te amará con razón y libertad.
Verá con un falso yo, a todos los cercanos, seres.
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Sé que un hombre equilibrado, aceptaría un NO.
Un ser con aceptación difusa, tendrá un falso Yo.
Él al ver mi lejanía, a acercárseme, no se atrevió.
Este, aunque cuerdo externamente, su yo mató.