Hoy te pedí una palabra,
una palabra sin otoño, sin lluvia,
pequeña, pero infinita en mi mano,
como un corazón que late,
como un susurro que se ahoga en el mar.
Una palabra sin sombra,
sin el peso de la soledad,
que nazca del fuego y muera en el agua,
y al pronunciarla, sea espejo:
se escriba al derecho, al revés,
y aún así permanezca.
Hoy te pedí el sol en una palabra,
un sol de alegrías que se disuelven en el aire,
una palabra que, al decirla, sea silencio,
un silencio donde mi voz pueda encontrarte,
y la tuya, en el eco, me regrese.
Hoy quise una palabra
que se acerque y me envuelva,
que se aleje y aún así me queme.
Una palabra que sea talismán,
un acero luminoso que no hiera,
una lluvia que caiga en mi alma,
para crecer en tu corazón.
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