Antes de entender qué era la salud mental,
pensaba que los dolores de espalda
eran por estrés,
que comer demasiado era por estrés…
y sentirme la salvadora de todos
era sinónimo de ser una buena amiga
o una buena persona.
Todo era culpa del estrés,
omitiendo que sentirme mal
es parte de ser humano.
La vida me permitió hacer un alto en el camino.
En ese momento, sentí que me estaba estancando,
me comparé con otros,
porque no había logrado graduarme
ni tenía el cargo que creía merecer.
Tomé una decisión laboral
que me permitió enfocarme
en un proceso personal
que me ayudó a empezar a comprender
esto llamado salud mental.
Finalmente, comencé la terapia,
algo que había pospuesto
hasta que colapsé
y entendí que no estaba bien
y necesitaba ayuda.
Fue un paso de amor propio
que cambió mi vida.
Me liberé de todo lo que me estaba haciendo daño,
de cosas del pasado que se mezclaron con el presente.
Mi psicólogo fue fundamental
para darle nombre a todo lo que estaba viviendo,
y ahora me siento más libre.
Comencé a definir metas
y reforzar mi propósito de vida.
Claro que el enfoque en fortalecer
la tríada mente, cuerpo y espíritu
ha sido la mejor elección.
Porque lo que el corazón calla,
el cuerpo lo grita.
Aprendí a escucharme
y ahora soy libre de mi misma.
Johana P.
(28/12/2024)