El sabor del recuerdo y del olvido,
El aroma del juego de la infancia,
La nostalgia de aquello que he perdido,
De lo que solo queda la fragancia,
En este río permanece
Y fluye y cambia y crece,
Y surge a veces como un canto antiguo,
Y otras veces se enconde en las honduras
Marítimas del alma—y en las duras
Medianoches resurge aquel ambiguo
Y extraño sentimiento,
Aquel arrebatamiento
Y aquel silencio de eterna belleza.
Y es también una tristeza
Lo que en estas aguas fluye—
Un indicio escondido, una angustia,
Una rosa que nace y se destruye,
Y en las lúgubres casas una mustia
Maleza que traga vida.
Los muertos abren los ojos.
De aquella claridad dulce y perdida
Solo quedan los despojos.