Día 1.
Hoy como siempre,
mi rutina me llevó a la parada de autobús.
Esperé ahí los acostumbrados quince minutos
con un poco de frío y el peso de los recuerdos.
Tengo la sensación de haber olvidado algo en casa...
Busco un asiento cerca de la ventana
para fugarme durante el trayecto.
El mismo señor que conduce a la misma hora
y recoge a las mismas personas:
la secretaria de tacones y maquillaje,
la adormecida niña de secundaria,
el señor que vende dulces como todos los días.
Al llegar a mi destino veo el cristal de la puerta de bajada,
¡me lleva! No estoy ahí...