Eres como un reloj de arena,
De finos granos, ¡qué pena!
Cada grano cae, una sola vez.
¡Recuerda!
Cada grano, cae una sola vez.
Florece siempre como niño,
envuelto en risas, suave piel.
Saltando como gozosa cabra,
lo aprenden siempre a querer.
Pero cambia su risa, se vuelve seriedad.
Su juguete preferido, lo suele regalar.
Se torna tan diferente. Anhela, ¡libertad!
Lo visitan los cambios, llegó la pubertad.
Naciéndole dos alas, pretende ya volar.
Visitándolo errores, que tiene que enfrentar.
Cayendo un nuevo grano, cae en la adultez,
abriéndole la puerta, que llaman; la madurez.
Le adeuda cada paso, causando la estrechez.
Llamando aquel niño, que conoció una vez.
El grano de arena que cae, no volverá atrás.
Insiste llamando al niño, que ya no reirá, más…
Pero escucha la vejes, el yerro, le salió al revés.
Le duele los sorbos del aire,
ahora le pesan más…
Del mismo que suspiraba,
Antes, muchos más...
Porque el niño furtivo,
Quedó morando atrás…