Yeshuapoemario

Yo creo en las escrituras sagradas

 

En el vasto tapiz de la vida, cada hilo es una elección, tejido con el arte de la sabiduría y la prudencia. La sagrada escritura, cual faro en la noche, nos guía con sus versos, mostrando el camino hacia la luz de la verdad. Nos habla de moderación, de la noble lucha contra la glotonería y la ebriedad, vicios que oscurecen el alma y enturbian la mente. Nos insta a ser señores de nuestros actos, a no dejarnos dominar por los placeres efímeros que, aunque dulces al paladar, son amargos para el corazón.

 

Nos aconseja, con palabras de antaño, a cuidar el templo de nuestro espíritu, a alejar de nosotros aquello que nos daña, a elegir con discernimiento lo que a nuestro cuerpo nutre y sana. Nos invita a ser jardineros de nuestra salud, a sembrar hábitos que florezcan en bienestar, a regar con el agua clara de la templanza, y a podar con la tijera del autocontrol las ramas que crecen desmedidas hacia el cielo de la indulgencia.

 

Nos recuerda que la gratitud por el don divino de la vida se refleja en nuestras decisiones, en el uso juicioso de la razón que nos fue otorgada. Nos enseña que la sabiduría no solo reside en el conocimiento, sino en la aplicación práctica de este en el jardín de nuestra existencia. Nos exhorta a ser arquitectos de nuestro destino, a construir con los ladrillos de la prudencia y el cemento de la fe, una fortaleza contra las tempestades de la tentación.

 

La escritura es un espejo donde se reflejan nuestras almas, un testamento de la importancia de vivir con propósito y medida. Nos muestra que la verdadera libertad no es hacer lo que queremos, sino querer lo que es bueno y justo. Nos enseña que la disciplina es el puente entre los deseos y la realización, entre la semilla y el fruto, entre el sueño y la realidad.

 

Así, en el lienzo de nuestra jornada, pintamos con los colores de nuestras elecciones, con la paleta de la moral y el pincel de la conciencia. Cada trazo es un acto de voluntad, cada sombra y luz, un reflejo de nuestro interior. La escritura nos llama a ser poetas de nuestra propia vida, a escribir con cada acción un verso que rime con la eternidad, a componer una sinfonía que resuene con la melodía del cosmos.

 

Porque en el gran diseño del Creador, Jehová, somos tanto artistas como obras de arte, llamados a crear belleza y armonía con cada pensamiento, palabra y obra. Y así, paso a paso, elección tras elección, tejemos el manto celestial de nuestra existencia, bordado con el hilo dorado de la sabiduría divina.