Isabel Ortiz

Vida escarlata

Estoy enamorada de todo en cuanto me rodea,

de las fragantes gardenias y azaleas

que mueren jóvenes antes de contar su historia,

cuando la granjera mariposa 

posaba en su falda fruncida.
 
 
 
Soy amante del viento,

y en cuanto más exhala por dentro,

cuando descienden a nuestro entorno

con puntapié de escarmiento,

y prueban el azul del cielo.
 
 
 
Soy posadera de los pastos;

se posan en mí ¿o yo me poso en ellas?

todas sus briznas me encarcelan,

conciben un fuerte olor, y suave

con los potrillos juguetean.
 
 
 
Distendida en las ramas, los frutos de los árboles 

como unas pinturas naturales

del verde y del frigio,

le encuentro la razón a cada color que veo,

a cada color a donde voy.
 
 
 
Fundirme en los prados,

regresarle el color a mi rostro,

me lleva a un mundo antiguo,

donde solo bastaba el amor

para florecer el prodigio.
 
 
 
El canto de las aves

son del trono un gran prestigio;

sus coros son para la madre un atavío,

son tonos más nuevos,

un himno para los delicados oídos.
 
 
 
¡Amor mío de las aves!

que se esconde en matorrales.

¡Aires desiguales!

para intrépidos aleteos,

yacen en el aire su cosquilleo.
 
 
 
Estoy enamorada, sin duda,

flores a juego con los vestidos

que recaen como si hubiera llovido 

del aire cristal y vivo manantial.

De la vida incierta, ¡una escarlata naturaleza!
 
-Isabel. O